En este fragmento de "Puertas. Peripecias de hispanos por Alemania" acompañamos a Sonia (a quien conocimos la semana pasada en este post del blog) en sus peripecias. A base de meteduras de pata va descubriendo que cada cultura tiene sus tabúes, que no tienen por qué ser los mismos. A unos les parece mal preguntar la edad, a otros cuánto ganas, a otros cuántos hermanos tienes.... ¿Hasta qué punto podemos entrar en la intimidad de los otros? ¿Qué grado de conocimiento se requiere antes de formular determinadas preguntas?
Sonia lleva 4 semanas trabajando en su nueva consulta. En la pausa tomando café se encuentra con su compañero Jörg. Tras cruzar unas frases con él, qué tal el fin de semana, he ido a casa de mis padres, bien, tranquilo, Sonia pregunta: ¿cuántos hermanos tienes? Nota que él da un respingo y algo molesta intenta encontrar la manera de añadir „hijo, perdona, ¡si se puede saber!“ con ese tonito irónico que suele acompañar a esta frase. Jörg se va mascullando algo ininteligible y Sonia piensa eso tan manido: ¡qué raros son!
Trato de explicar a Sonia y a Javier que algunas expresiones funcionan como unos nudillos golpeando en la puerta: toc, toc, ¿se puedeee? Por ejemplo en alemán se dice mucho „wenn ich fragen darf“ que literalmente significa „si puedo preguntar.“ Es una petición de disculpa y de permiso. Cuando alguien pregunta algo un poco personal y de pronto teme haber metido la pata, con gesto de „upps“, dice „wenn ich fragen darf“. Es como si hubiera puesto un pie más allá del umbral y, al darse cuenta, diera un paso atrás y llamara „toc, toc, ¿se puede pasar?“
Nuestro idioma nos enseña a mirar el mundo desde una determinada perspectiva. Nos enseña, por ejemplo, a dar por sobreentendido que determinadas puertas están cerradas o abiertas. Crecer oyendo disculpas, „wenn ich fragen darf“, no es lo mismo que crecer oyendo reproches: „Bueno, hijo.¡si se puede saber! ¡cómo eres!“
Pero también hay personas que se saltan las reglas aquí y allí y consiguen que eso no tenga el efecto previsible. Crean burbujas de libertad. Los demás se encogen de hombros y dicen „¡cosas de Angelita!“ Narrenfreiheit, la libertad del bufón. Los bufones suelen vivir en recodos del río de su cultura donde el agua no tiene mucha fuerza y discurre tranquila. Allí donde corre caudaloso y cuesta abajo, no se puede nadar contra corriente. Si no estás de acuerdo con la dirección del agua en tu río, busca recodos tranquilos de aguas indecisas.
Los timbres alemanes también tienen otros sonidos, otros modos de hacer toc, toc. A la novia de Javier, Frauke, le llama la atención una escena que vio en Toledo: Una chica abrió la puerta de una papelería. El dependiente, tras el mostrador, atendía a un cliente. Con la mano aún sujetando la puerta la chica preguntó: ¿tenéis bolígrafos amarillos? El dependiente contestó amablemente „sí, a tu derecha, detrás de la puerta.“
En alemán se suelen introducir las preguntas con un: „Ich hätte eine Frage“ o un „Darf ich etwas fragen“ (Tendría una pregunta, ¿podría hacer una pregunta?) Al escuchar a Frauke pasaron por el cine de mi cerebro, mi Kopfkino, muchas escenas en España y en Alemania. En la calle gente que pregunta „¿para ir a la calle de Alcalá?“ Así, de sopetón. Y una escena en Chile en la que una mujer introduce con gran formalidad „Perdón, una consulta.“ No es la ausencia del esperado „toc, toc“ lo único que sorprende a Frauke en esta escena. Hablar con alguien a una distancia de 3 metros y en el volumen correspondiente es algo que en Alemania uno va dejando de hacer inconscientemente. E interrumpir la conversación de alguien, la dependienta, con otro cliente, suele ser sancionado con miradas borrascosas, y una gélida manera de hacer como si fueras invisible.
Javier no me acepta este argumento a favor de las puertas cerradas. Dice, y en eso tiene razón, que a los españoles esas irrupciones abruptas no nos resultan groseras si el tono y el gesto son simpáticos. La chica del bolígrafo amarillo no es muy educada pero si es simpática ¿a quién le importa?
Un suizo muy madrileño lo describe así: los españoles entran a un bar y dicen „¿me pones un café?“ de una manera tan simpática que resulta más amable, piensa Tobías, que un alemán diciendo „Buenas tardes. Tendría con gusto un café“ (Ich hätte gern ein Kaffee) La cortesía no se envuelve sólo o sobre todo en palabras sino en todo aquello que las acompaña, gestos, tono, sonrisas...
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Puertas. Peripecias de hispanos en Alemania.
A lo largo de estas páginas y a través de varios personajes experimentaremos el viaje interior que vive un extranjero "sintonizándose" para captar la onda de una nueva cultura. Trataremos de hacerlo con humor, personajes reales, y también una base de lecturas e investigación que ayuda a explicar, relacionar y sistematizar impresiones que sin ello serían inconexas y sin significado. Con ese bagaje acompañaremos a Javier, Sonia, Verónica, Angelita, Clara... Con ellos aprenderemos que hay puertas en las casas, en los ojos, en el idioma y en el comportamiento. Cada cultura pone el énfasis en abrirlas o en cerrarlas y tienen buenas razones para ello. Con ellos viviremos la aventura alemana ¡O nos prepararemos para ella! Con ellos, ojalá, descubriremos a los otros y a nosotros mismos en igual medida, nos debatiremos con sus conflictos internos de adaptación, aprenderemos, creceremos, nos entretendremos y sentiremos acompañados, reflejados, comprendidos... Así lo esperamos.
Gute Reise!
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Natalia P. de Herrasti (miércoles, 06 febrero 2013 23:53)
Añado algunas aclaraciones a raíz de algunos comentarios en Facebook. Ulrike, fiel lectora de "Gramáticadelacultura", alemana muy conocedora de Hispanoamérica, comenta que en su opinión preguntar ¿cuántos hermanos tienes no es íntimo. Y estoy de acuerdo con ella.
Aclaración: Yo me he encontrado con bastantes alemanes a los que les sorprende. Lógicamente no a tus amigos sino a gente que conoces poco o nada. Y a bastantes hispanos les sorprende que tras trabajar 5 semanas en Alemania aún no saben cuántos hermanos tienen sus compañeros de trabajo. No quiero decir que la pregunta sea íntima en alemán. Es personal. La diferencia es que en Alemania lo personal es más tabú mientras que en España y en los países hispanos en general lo personal se habla frecuentemente hasta con completos desconocidos. Por supuesto, como todo, hablamos de tendencias, no del 100% de los nativos de un país.
Juicer Review (martes, 16 abril 2013 12:16)
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